Al mirar, oír, tocar o ayudar al hijo a hacer esto o aquello, nos mantenemos alertas, quietos, completamente presentes, no deseamos otra cosa que no sea ese momento, tal y como es. Es así como abrimos espacio para el Ser. En ese momento, estando presentes, dejamos de ser el padre o madre. Somos la conciencia, la quietud, la Presencia que oye, mira, toca y habla. Somos el Ser detrás de la acción.
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