viernes, 28 de septiembre de 2012

La angustia de la separación. Carlos González

La relación entre madre e hijo es especial; y durante los primeros años la separación es
dolorosa para ambos. Bueno, no sé si la separación deja alguna vez de ser dolorosa para la
madre...
¿Por qué siempre “madre e hijo”? No, no estoy olvidando el importante papel del padre, ni
mucho menos participando en una obscura conspiración para mantener a las mujeres en sus
casas. Para hablar con absoluta propiedad, cada niño establece una relación especial con una
“figura de apego primario”. Esa figura puede ser el padre, o la abuela, o hasta la monjita del
orfanato. Pero en todo caso sólo es una, y casi siempre es la madre. Como “figura de apego
primario” es largo y feo, en lo sucesivo diré simplemente “madre”.
A partir de su relación con la madre, el niño establecerá más adelante otras relaciones con
otras figuras de apego secundarias: padre, abuelos, hermanos, amigos, maestros, novio,
compañeros de trabajo, jefes, cónyuge, hijos... Cuanto más sólida y segura es la relación con
la madre, más sólidas y seguras serán las demás relaciones que el individuo establezca a lo
largo de su vida.
Esta relación entre madre e hijo se mantiene por una serie de conductas de apego instintivas,
tanto en una como en otro. La conducta del recién nacido es completamente instintiva,
aunque con el tiempo va aprendiendo a modificarla en el sentido que marcan las pautas
sociales. La conducta de la madre es en gran parte aprendida; pero por debajo siguen estando
unos sólidos instintos. No cuida usted a sus hijos porque se lo hayan explicado en el curso de
preparación al parto, ni porque se lo inculcaran en el colegio, ni porque lo recomienden en
revistas como esta... hace millones de años, las mujeres (o lo que había antes) ya cuidaban a
sus hijos, y la prueba es que todavía estamos aquí. Ningún niño puede sobrevivir si alguien
no le cuida, protege y alimenta durante largos años, con infinita dedicación e infinita
paciencia.
Habitualmente, las creencias, costumbres y normas sociales van en el mismo sentido que el
instinto, y no hacen más que matizarlo o encauzarlo. Pero cuando las normas nos obligan a
vivir en contra de nuestros instintos surge un conflicto. Si alguna vez, en el cuidado de su
hijo, se ha sorprendido a sí misma pensando algo así como: “Se me parte el corazón, pero hay
que hacerlo”, o “Pobrecito, qué pena da, pero es por su bien”, probablemente es que está
usted luchando contra sus más íntimos deseos.
Los niños pequeños no pueden consolarse con ese tipo de razonamientos. Sencillamente,
cuando su instinto va por un lado y el mundo por otro, se enfadan muchísimo.

La reacción a la separación

Tanto la madre como el niño muestran, decíamos, una conducta de apego, una serie de
actividades tendentes a mantener el contacto. La conducta de apego de la madre consiste en
acercarse a su hijo, tomarlo en brazos, hablarle, hacerle carantoñas... La conducta de apego
del niño, al principio, consiste en llorar y protestar. Más adelante podrá gatear o caminar
hacia su madre. Funciona por el mismo mecanismo que la conducta alimentaria: cuando
necesitamos comida tenemos una sensación desagradable, el hambre, que nos mueve a
comer, y cuando comemos esa sensación desaparece y nos encontramos bien. Pues cuando
madre e hijo se separan se sienten mal; el niño llora y la madre le busca. Cuando vuelven a
encontrarse desaparece aquel malestar; madre e hijo se tranquilizan y dejan de llorar.
Cuando nuestras felices antepasadas sentían la necesidad de acercarse a su hijo, simplemente
se acercaban. Probablemente sólo estaban separadas de sus hijos de forma ocasional y
accidental. Aún hoy, una gran parte de las madres del mundo llevan a su hijo a la espalda
durante todo el día, y luego duermen a su lado durante toda la noche. Las madres
occidentales, y no sólo cuando trabajan fuera de casa, tienen muchas más oportunidades para
experimentar la ansiedad de la separación. En algunos ambientes, la madre que pasa mucho
rato con su hijo es criticada; se insiste en que reserve tiempo para sí misma, para su marido,
para actividades sociales (en las que, por supuesto, llevar a un bebé sería de muy mal gusto).
La ansiedad de la madre que debe separarse de su hijo durante unas horas, para ir al teatro o
al restaurante, es un tema habitual de las telecomedias: los complejos preparativos, las
inacabables instrucciones a la canguro, las llamadas telefónicas, el precipitado regreso...
La reacción del bebé, por su parte, no está en principio mediada por factores culturales. El
recién nacido se comporta igual ahora que hace un millón de años. Pero los niños aprenden
pronto, y adaptan su conducta a las respuestas del entorno. Por ejemplo, un bebé al que
sistemáticamente se ignora, al que nadie coge en brazos cuando llora, acaba por no llorar. No
es que se esté acostumbrando, ni que haya aprendido a entretenerse solo, ni que se le haya
pasado el enfado; en realidad, se ha rendido, se ha dejado llevar por la desesperación.

La intensidad de la respuesta a la separación depende de muchos factores:

1.- La edad del niño. Los menores de 3 años toleran mal las separaciones; los mayores de 5
años suelen tolerarlas bien.
2.- La duración de la separación. Las separaciones prolongadas (varios días seguidos sin ver
a la madre) pueden producir un grave trastorno mental, el hospitalismo (así llamado porque
era frecuente en niños hospitalizados cuando no se permitían las visitas), caracterizado por
depresión y desapego afectivo.
Basta con una separación muy breve para desencadenar una conducta específica (“salgo un
minuto de la habitación y se pone a llorar como si le estuvieran matando”). El método
habitual en psicología para valorar la relación madre hijo, alrededor del año de edad, es el
llamado “test de la situación extraña”. Consiste, básicamente, en que la madre salga de la
habitación en la que está con su hijo mientras éste está distraído, dejándolo en compañía de
una desconocida, permanezca fuera de la habitación tres minutos, y vuelva a entrar. El niño
con un apego seguro, en cuanto nota la ausencia de la madre, la busca con la mirada, se dirige
hacia la puerta, con frecuencia llora. Cuando la madre vuelve a entrar la saluda, se acerca a
ella, se tranquiliza rápidamente y sigue jugando. Los niños con un apego inseguro o ansioso
se clasifican en dos grupos: elusivos o evitantes (parecen tranquilos mientras la madre no
está, y la ignoran deliberadamente cuando vuelve, disimulando su propia ansiedad) y
resistentes o ambivalentes (se alteran cuando la madre no está, pero cuando vuelve se
muestran agresivos con ella y tardan mucho en volver a la normalidad).
Mucha gente confunde fatalmente los síntomas: llaman “caprichoso” o “enmadrado” al niño
que tiene una relación normal con su madre, mientras que elogian al que muestra un apego
ansioso elusivo: “se queda con cualquiera”, “no molesta”, “se entretiene solo”...
Una separación de sólo tres minutos ya tiene un efecto claro, y la respuesta depende de la
relación previa con la madre; de si el niño está acostumbrado a que le atiendan y le hagan
caso, o a que le ignoren, o a que le riñan.
Las separaciones más largas y repetidas producen una reacción más intensa. Incluso los niños
con un apego seguro pueden mostrar conductas evitantes o ambivalentes cuando la madre
vuelve del trabajo. Pueden ignorarla, negándole el saludo y la mirada; o bien colgarse de ella
como una lapa y exigir constante atención, o incluso mostrarse agresivos. Es muy probable
que alternen las tres conductas en rápida sucesión. Es importante que los padres comprendan
y reconozcan que estas conductas son normales. No hay que tomárselo como algo personal,
su hijo no ha dejado de quererla ni nada por el estilo. No está enfadado contra usted; está
enfadado por su ausencia. Enfadarse con él, devolver el desdén con desdén o la ira con ira,
intentar técnicas educativas para modificar la conducta del niño, no es más que una pérdida
de tiempo. Ya que puede estar pocas horas con él, al menos dedique esas horas a prestarle
atención y cariño, a demostrarle que le sigue queriendo igual aunque él esté enfadado.
Tómelo en brazos, cómaselo a besos, juege con él, recarguen baterías antes de la próxima
separación.
3.- La frecuencia de las separaciones. Tras una primera experiencia, el niño parece
desconfiado, exige atención constante, como si vigilase a la madre temiendo que se vuelva a
ir, y puede reaccionar aún peor la próxima vez.
4.- La persona que substituya a la madre. Si es alguien a quien el niño conoce bien, que le
presta atención y le trata con cariño, como el padre o la abuela, el niño puede soportar
bastante bien unas horas de ausencia de la madre.
5.- La calidad de la relación previa con la madre. Entre los menores de tres años, los que
tienen una mejor relación con la madre son los que más parecen sufrir con la separación; en
el otro extremo, los niños desatendidos hasta bordear el abandono apenas reaccionan cuando
su madre se va. Un observador muy superficial puede pensar que el niño está “tranquilo”, o
incluso “feliz”; en realidad, lo que ocurre es que está tan mal que ya no puede estar peor; no
pierde nada cuando se va su madre, y por tanto no le importa. Por desgracia, las madres
escuchan a veces consejos como “no lo cojas en brazos, no le des el pecho, no juegues tanto
con él... si se acostumbra, sufrirá más cuando tengas que volver a trabajar”. Pero así el
sufrimiento es mayor, y desde el primer día; lo único que disminuye es la manifestación
externa de ese sufrimiento. No, al contrario, dele a su hijo todo el cariño y todo el contacto
físico que pueda, durante todo el tiempo que pueda. Que tenga el mejor comienzo.
Después de los tres años, y sobre todo de los cinco, ese buen comienzo da frutos manifiestos.
Son entonces los niños que habían tenido una relación más intensa con su madre, más brazos,
más contacto, más juegos, los que mejor se adaptan a la separación. Porque el cariño
ilimitado de los primeros años les ha dado la confianza en sí mismos y en el mundo que
necesitan para iniciar el camino de la independencia. Ahora sí que están contentos en la
escuela, y es verdadera felicidad y no simple apatía, una felicidad basada en la seguridad de
que su madre volverá y les seguirá queriendo.
La conducta de apego (el llanto y las protestas del niño separado de su madre) tiene un valor
adaptativo. Es decir, a lo largo de millones de años, ha tenido un efecto, mantener juntos a la
madre y a su hijo, efecto que ha favorecido la supervivencia de los niños y por tanto de los
genes que regulan dicha conducta. Cuando la conducta de apego alcanza su efecto se
refuerza; es decir, se repite con mayor intensidad y frecuencia. Cuando no produce efecto se
debilita y puede llegar a extinguirse. El primer día que usted vaya a trabajar, será
probablemente la separación más larga de su hijo desde que nació.
Hasta ahora, cuando él se encontraba solo, lloraba, y alguien aparecía en pocos minutos y le
cogía en brazos; normalmente usted, a veces papá o abuela. Si el niño no se consolaba en
pocos minutos con otra persona, usted siempre acaba por aparecer, tal vez tardaba media hora
si había salido a comprar...
Pero hoy, haga lo que haga su hijo, usted no volverá en ocho o diez horas. En el mejor de los
casos, si está con la abuela o con otra persona que le puede prestar atención exclusiva, esa
persona vendrá a consolarle en pocos minutos. Si está en una guardería puede llorar durante
mucho rato sin que nadie le coja en brazos; la cuidadora tiene ocho niños y sólo dos brazos.
Los primeros días puede que su hijo llore bastante. Pero su llanto no tiene la respuesta
esperada; mamá no vuelve. El niño aprende que, en determinadas circunstancias, llorar no
sirve de nada, y poco a poco deja de hacerlo. Pero eso no significa que la separación ya no le
afecte; las separaciones repetidas, recuerde, producen una angustia cada vez mayor, que no se
manifestará mientras la madre está ausente, sino precisamente cuando la madre vuelve.
Entonces las protestas del niño sí que tienen (por fortuna) la respuesta esperada.
Dicho de otro modo: el niño puede estar bastante tranquilo en la guardería, o con la abuela.
Puede estar incluso, si tiene suficiente edad, contento y activo, jugando y riendo. Pero cuando
vuelve a ver a su madre rompe a llorar, se le echa encima, se pega a sus faldas, grita, le exige
brazos, se enfada con ella, le pega, vuelve a llorar... Lo que se suele llamar “ponerse muy
pesado”.
Como de costumbre, algunas personas lo entienden todo al revés. Si en la guardería estuvo
jugando, es que no le pasa nada. Y si, no pasándole nada, luego se pone a llorar, es que tiene
cuento o hace teatro. Y si hace teatro precisamente con su madre es porque ésta se deja tomar
el pelo y no sabe imponer disciplina, y él pretende hacer que se sienta mal, castigarla por
haberse ido.
¿Qué debería hacer entonces el pobre niño para demostrar que sí que le pasa algo, que no es
comedia? ¿Pasarse seis, ocho o diez horas seguidas llorando en la guardería? Por favor, nadie
puede hacer eso, por grande que sea su dolor. Imagínese que acude al funeral de un buen
amigo. Seguro que pasa un rato muy triste, y en algún momento busca el contacto de un
amigo común, se abrazan y lloran. Pero al cabo de unas horas estará tomando un café, tal vez
con ese mismo amigo común, y hablarán de cosas sin importancia, y sonreirá, y esa misma
noche cenará y verá la tele, y al día siguiente irá a trabajar como si nada, y nadie en el trabajo
sabrá que viene usted de un funeral, y alguien contará un chiste, y usted se reirá. ¿Significa
eso que no le pasa nada, que su dolor no era sincero, que sólo hacía comedia? Pero no hace
falta recurrir a ejemplos tan extremos, pues también la madre sufre cuando se separa de su
hijo pequeño. ¿Acaso no se le partió el corazón cuando lo dejó por la mañana? ¿No ha
pensado varias veces en él, qué hará, cómo estará, habrá llorado mucho? ¿No ha venido lo
antes posible a recogerlo? Y, sin embargo, ¿no ha pasado la mañana trabajando normalmente,
disimulando su dolor, hablando con la gente, sonriendo? Pues su hijo ha hecho lo mismo.
No es raro que el niño llore más a medida que va creciendo. A los 5 meses estaba tranquilo
en la guardería, y tranquilo en casa. A los 14 meses llora cada mañana porque no quiere ir, y
pasa las tardes de muy mal humor. Por un lado, como dijimos, la repetición de las
separaciones aumenta la angustia. Pero, sobre todo, el niño de 5 meses no puede sentarse, no
puede hablar, no puede gatear... sus posibilidades de expresar la angustia son menores, pero
eso no significa que esté menos angustiado.
A veces, este cambio es relativamente brusco. Un niño que parecía bien adaptado a la
guardería de pronto se resiste con uñas y dientes tras las vacaciones de Navidad o de verano.
Creo que en estos casos influyen dos factores: por un lado, la relación con su madre ha
mejorado mucho en esas semanas; ha sido tan feliz en su compañía que ahora la pérdida es
más evidente. Por otro lado, los niños pequeños no comprenden muy bien eso de las
vacaciones. Simplemente, se había acostumbrado a aceptar algo como inevitable, Mamá
siempre se va a trabajar, y de pronto ve que no es inevitable. “Si la semana pasada se quedó
conmigo, ¿por qué no puede quedarse también esta semana?”.

Con quién dejaré a mi hijo

Si la madre tiene que ausentarse, para ir a trabajar o simplemente para ir a comprar el pan,
alguien tendrá que substituirla (es muy peligroso dejar a un bebé o a un niño pequeño solo en
una casa, aunque sea poco rato). ¿Qué características debería cumplir esa persona?

1.- Alguien que pueda dedicarle al niño tanto tiempo como le dedica la madre. Por supuesto
que la madre no le dedica cada minuto de su tiempo: va al lavabo, habla por teléfono, prepara
la comida... Pero cuando el bebé está despierto, pasa mucho rato mirándole a los ojos,
diciéndole cosas, tocándole, cantándole... y también mucho rato saludándole desde lejos,
diciéndole alguna cosa al pasar para mantener el contacto. Si el niño llora, la madre puede
acudir en pocos minutos (a veces, en pocos segundos), y dejar cualquier otra cosa para
tenerlo en brazos todo el tiempo que haga falta. La persona que la substituya, ¿tendrá tiempo
material para hacer lo mismo?
2.- Alguien a quien el niño conozca. El padre es ideal, y la abuela (o el abuelo, que cada vez
están más espabilados) u otros familiares también suelen serlo, si han tenido suficiente
contacto previo con su hijo. Pero los niños no sienten “la llamada de la sangre”; si nunca ha
visto a su abuela, es tan desconocida como cualquier otra persona.
Muchas madres intentan acostumbrar a su hijo a los biberones una semanas antes de volver al
trabajo. Es un esfuerzo inútil, que suele conducir a la frustración (¿por qué iba a aceptar un
biberón, si está allí el pecho de su madre?). No pierda el tiempo con eso; lo realmente
importante es acostumbrarlo a la persona que le cuidará. Si va a ser la abuela, que venga o
vayan a visitarla casi cada día. Si va a contratar a una cuidadora que venga a casa, contrátela
con un par de semanas de antelación. Si va a llevarlo a la guardería, vaya con su hijo las
últimas semanas.
Vaya con su hijo; esa es la clave. No estamos hablando de dejarlo solo con la canguro o en la
guardería, y volver al cabo de una hora, y otro día al cabo de dos horas... Eso tal vez sea un
poco mejor que dejarlo ocho horas de golpe; pero muy poco mejor. Lo que está haciendo en
realidad es adelantar la separación en dos semanas, y desperdiciando parte del precioso
tiempo que aún le queda para estar juntos.
No. Se trata de que la canguro venga a casa y estén las dos con su hijo, o de que vaya usted a
la guardería y permanezca allí con él una o dos horas. Si su hijo conoce a la nueva cuidadora,
o el nuevo ambiente de la guardería, precisamente cuando más angustiado está porque se ha
separado de usted, es probable que asocie esas sensaciones desagradables al nuevo lugar o a
las nuevas personas.
Vamos, que les cogerá manía. En cambio, las personas y lugares a las que conoció en
momentos de felicidad (es decir, estando con usted) le traen recuerdos agradables que le
ayudan a soportar la separación. Y también se abre camino en su cabecita una vaga idea de
que “esta señora es amiga de Mamá, puedo confiar en ella”.
Es posible que aún queden guarderías en que no permitan la entrada de la madre. En mi
opinión, la negativa a que la madre entre en la clase en cualquier momento que ella elija, y
permanezca junto a su hijo durante todo el tiempo que ella desee, sería motivo suficiente para
empezar a buscar otra guardería.
3.- Alguien estable. No es bueno que un niño pequeño pase de mano en mano. Tanto las
abuelas como las guarderías suelen cumplir este requisito de estabilidad; pero si contrata a
una canguro, asegúrese de que realmente piensa dedicarse durante años a cuidar de su hijo, y
no está simplemente buscando un empleo de verano.
4.- Alguien en quien pueda confiar plenamente. Que trate a su hijo con cariño y respeto, que
jamás le haga daño. Del padre, de los abuelos, de los tíos, usted ya sabe, por experiencia de
años, qué puede esperar. Pero dejar a su hijo en manos de una desconocida requiere un acto
de fe, y este es otro motivo por el que conviene que no sólo su hijo, sino usted misma,
conozca a esas personas durante un par de semanas, y valore durante horas su conducta hacia
el bebé.
Por desgracia, de vez en cuando se descubren casos de malos tratos o abusos sexuales. No
tenga miedo a parecer obsesiva o desconfiada; tiene usted todo el derecho del mundo a
desconfiar, a pedir referencias, a hablar largo y tendido con esa persona y “examinarla”
(“¿crees que es bueno cogerlos en brazos?” “¿qué harás cuando llore?” “¿y si no quiere la
papilla?”). Al fin y al cabo, le está usted confiando su bien más preciado, su propio hijo, y en
el momento en que es más vulnerable. Si no se atreve a dejarle a esa persona las llaves de su
casa, las llaves de su coche o su tarjeta de crédito, ¿cómo se atreve a dejarle a su hijo?
La persona que cuide a su hijo debe tener también la madurez y experiencia necesarias. Una
adolescente puede ser adecuada para hacer compañía a un niño de seis años mientras usted va
al cine; pero cuidar a un bebé no es lo mismo.

Las opciones en la práctica

1.- Abuelos y otros familiares. Deben tener, por supuesto, ganas de encargarse de su hijo, y
salud y fuerza suficiente para hacerlo. A veces vemos abuelas auténticamente explotadas, la
palabra es dura pero real.
En el otro extremo, algunas madres podrían dejar a su hijo con un familiar deseoso de
cuidarlo, pero no se atreven por temor a parecer “aprovechadas”. En algunos casos, una
forma de superar esta situación es pagar por el cuidado de su hijo, como pagaría si lo llevase
a la guardería. Así puede obtener una buena atención para su hijo sin sentir que se aprovecha,
y al mismo tiempo puede ayudar económicamente a unos abuelos con una pensión escasa o a
una hermana en paro sin ofenderles.
2.- Alguien que venga a casa a cuidar a su hijo. Puede ser una amiga o conocida que necesite
un trabajo. Para buscar a una profesional, una buena opción es a través de una guardería. Allí
van las estudiantes de puericultura a hacer prácticas, y pueden recomendarle a alguna.
3.- Llevar a su hijo a casa de otra persona. En ocasiones, tres o cuatro amigas con niños de
edades similares se ponen de acuerdo, una cuida a todos los niños mientras las otras trabajan,
y comparten sus ganancias. En algunos países, los gobiernos facilitan y subvencionan estos
arreglos. En España, algunos ayuntamientos, como el de Sant Feliu de Guixols, promueven
un servicio de cuidadoras de niños, haciendo cursos de formación y dando a las cuidadoras
un diploma.
4.- Llevar a su hijo a una guardería. En el momento actual, esta suele ser la opción menos
recomendable, pues por desgracia la legislación española permite ocho niños menores de un
año por cuidadora, y muchos más después del año, lo que es absolutamente incompatible con
una atención adecuada. Incluso una persona cariñosa, experimentada y dedicada no tendrá
tiempo material para cuidar a ocho bebés. Sólo en darles de comer y cambiar pañales se le
pasará casi todo el tiempo. En Estados Unidos, la ley sólo permite cuatro niños por
cuidadora, y muchos expertos consideran que eso es excesivo y que debería reducirse a tres.
El problema, por supuesto, es económico. Las guarderías no se inventaron para satisfacer una
necesidad de los niños, sino una necesidad del sistema capitalista, que necesita el trabajo de
los padres para mantener niveles de producción y consumo adecuados, y por tanto algo hay
que hacer con los niños. En Bielorrusia, donde las madres disfrutan de una licencia de
maternidad de tres años (recuerdo del sistema comunista), no hay guarderías. ¿Quién iba a
querer instalar una?
Por lo tanto, el razonamiento no ha sido: “los niños necesitan tanto espacio, tantas
cuidadoras, tantos materiales... todo esto cuesta tanto dinero, vamos a ver de dónde lo
sacamos”, sino al revés: “disponemos de tanto dinero, vamos a ver para qué nos llega”. Y la
cantidad de dinero disponible es sólo, por definición, una pequeña parte de lo que gana la
madre, porque si no no le saldría a cuenta ir a trabajar. Y en nuestra sociedad las madres
suelen ganar menos que los padres. Así que sólo llega para grupos sobrecargados a cargo de
cuidadoras mal pagadas (las puericultoras de la guardería deberían ganar más que los
profesores de universidad, puesto que están haciendo un trabajo más difícil, más delicado y
más importante).
Esta aberración se extiende por toda la sociedad, contribuyendo a desprestigiar el cuidado de
los niños: La hora de faenas domésticas se paga mejor que la hora de cuidado de niños (¿qué
es más importante, que le dejen el suelo bien limpio o que atiendan bien a su hijo de un
año?). La madre que toma la costosa (pues no cobra) decisión de dedicarse plenamente a
cuidar a sus hijos durante meses o años no es más que una “maruja”, y muchos en su entorno
se asombran o se compadecen de ella porque “no hace nada” o “renuncia a su carrera”. En
cambio, la que trabaja fuera de casa “se realiza”, sea cual sea ese trabajo: escribir a máquina
durante horas, meter sardinas en una lata o incluso cuidar a ocho bebés en una guardería.
Si necesita llevar a su hijo a una guardería, visite varias y compruebe cuántos niños hay en
cada una, cómo les tratan, el carácter y la simpatía de las señoritas, si dejan entrar a la
madre... Si trabaja lejos de casa, si tiene que pasar cada dia una hora en el tren o el autobús,
le conviene una guardería cercana a su lugar de trabajo: así puede estar una hora más con su
hijo al ir, y otra al volver, y tal vez incluso visitarle a la hora del bocadillo.

Cómo recuperar lo perdido

Ofrézcale a su hijo todo el cariño, el contacto físico y la atención que pueda durante todo el
tiempo que pueda, por las tardes y en los fines de semana. Acepte su conducta como normal,
reconozca que sus llantos, protestas y exigencias no son “caprichos” ni indicios de
malcriamiento, sino pruebas de amor.
Muchos bebés parecen iniciar espontánemente un programa de “reducción de daños”.
Mientras su madre no está, se pasan casi todo el rato durmiendo y no comen nada o casi
nada, ni siquiera aceptan la leche que su madre se sacó y les dejó en la nevera. Luego pasan
la tarde y la noche en danza y enganchados a la teta. Es agotador, pero al mismo tiempo un
gran consuelo para la madre, que piensa “es como si no me hubiera ido, no me echó de
menos porque estaba durmiendo”. Muchas madres que trabajan deciden meterse al niño en la
cama por la noche; es la manera más fácil de satisfacer las necesidades de pecho y contacto
de su hijo, y al mismo tiempo dormir lo suficiente para poder mantener la cordura. Recuerde,
el meollo de la conducta de apego, lo que su hijo instintivamente necesita, es su presencia.
Incluso una madre dormida le sirve, al menos por la noche. Ya ha tenido la tarde para mirarle
a los ojos, hablarle, jugar con él... ahora puede dormir tranquila, que su hijo ya se
tranquilizará solito cuando se despierte y la vea a su lado.



Bibliografía:
Bowlby J. Child Care and the Growth of Love. 2ª ed. Penguin Books, London, 1990
Small MF. Nuestros hijos y nosotros, Javier Vergara editor, Barcelona 2000
Jackson D. Three in a bed, the benefits of sleeping with your baby. Bloombsbury Publishing,
London, 1999

Entrevista a Carlos Gonzalez.

Entrevista a Carlos Gonzalez:

Ser padre no es fácil, pero es, sin duda, una de las aventuras más gratificantes que te regala la vida. Por esa razón quizás, son tantos los que emprenden ese camino. Y la mayoría lo hace a ciegas porque el bebé, ya se sabe, no viene con manual. ¿Pero... hace falta? Carlos González, autor de 'Bésame mucho. Cómo criar a tus hijos con amor', asegura que no. Simplemente hay que dejarse guiar por el instinto, el respeto y el amor.
Con humor e ironía, este pediatra zaragozano ha ayudado a desdramatizar las situaciones que pueden resultar más complicadas durante la crianza (sueño, comida, la educación...añadan ustedes a la lista), pero, por encima de todo, ha tratado de combatir la cultura del biberón que comenzó a imponerse hace tres décadas contra la propia naturaleza humana. Es fundador de la Asociación Pro Lactancia Materna de Cataluña, donde ha desarrollado su vida profesional, imparte cursos a profesionales sanitarios, es miembro del Consejo de Asesores de Salud de La Leche League International y autor de numerosos artículos sobre la lactancia.
La leche materna es para él, como tituló un libro en 2006, 'un regalo para toda la vida'...y sin fecha de caducidad. Enemigo de las etiquetas, Carlos González rehuye del término 'lactancia prolongada". "No me gusta esa palabra porque da la sensación de que las madres se han pasado. Depende de lo que considere cada uno normal. Actualmente, más de un año o más de seis meses es prolongado, pero estudios antropológicos apuntan a que la edad normal del destete en el ser humano debe de estar entre los dos años y medio y los siete".
"Hace 25 años-recuerda- lo normal era dar el pecho tres semanas y llegar a los tres meses era una heroicidad". La realidad social entraba en contradicción con la científica, la que le mostraban los libros a ese entonces recién licenciado por la Universidad Autónoma de Barcelona. "Si la lactancia era magnífica, ¿por qué nadie lo hacía?", se preguntaba. Era la profunda huella que había dejado el "cambio sociológico que se había producido a principios del siglo XX, con la incorporación de la mujer al mundo laboral, por la fe en el progreso que hacía creer que la leche artificial era mejor que la de la madre y por la publicidad".
Su grata experiencia personal con la lactancia, el hecho de que su esposa le diera el pecho a sus tres hijos - hoy en día ya universitarios- le convenció aún más de la necesidad de "promocionar" esta práctica, de ayudar a madres y profesionales sanitarios a recordar lo que ya está escrito en los genes de los mamíferos. Comenzó su tarea con la confianza de que "se produciría un aumento gradual y general" en la lactancia materna, pero no ocurrió así: "un importante porcentaje de madres no logra pasar de unas semanas y una pequeña cantidad pasa de los dos años".
"Durante muchos años hubo una fuerte publicidad de que la leche de la madre era mala y la gente se convenció -explica este catalán de adopción. Y es un mito que se ha extendido mucho. "Las madres se dejan convencer de que sus hijos se pueden morir de hambre y encima ven en la etiqueta de la leche artificial que es parecida a la leche materna". El resultado de esta combinación suele ser el destete temprano.
Actualmente, "se ha roto la cadena de transmisión de la información porque ahora las madres se encuentran que sus madres no dieron el pecho porque no pudieron o no quisieron. Pensaban que era retrógado y no quieren que sus hijas caigan en eso. La madre que lacta no encuentra apoyo". De ahí, asegura, la importancia de la adecuada formación de los médicos y la existencia de grupos como La Liga de la Leche, que ofrecen ayuda práctica a las madres para que puedan dar el pecho. "El cambio se produce por la difusión de conocimientos y de experiencias". Y ese cambio, se felicita, comienza a vislumbrarse: hoy en día se está "volviendo a lo que hacían nuestras bisabuelas".
Pero este camino aún no resulta fácil de emprender. "Sin duda, el mayor problema al que se enfrentan las madres que desean prolongar la lactancia es la presión social. Si salieran todas del armario nos daríamos cuenta de que son muchísimas. Hay que respetarlas", reclama Carlos González. Y esta consideración hacia la mujer, pero también hacia los hijos parece ser la máxima que guía a este pediatra. Y desde esa capacidad para ponerse en la piel del otro, quizás el secreto que esconden las páginas de sus libros, deja en el aire una reflexión: "nuestra sociedad nunca lo admite, pero el destete es siempre una pérdida para la madre".

Resumen de la Conferencia de Carlos González: "ALIMENTACIÓN INFANTIL".

Resumen de la Conferencia de Carlos González

ALIMENTACIÓN INFANTIL
Comenzó la charla con la "evolución" calórica de la leche materna, tanto a lo largo de una tetada como a lo largo de los meses, incluso años. La composición de la leche materna varía, al comienzo de una tetada es más rica en agua y azúcares y su contenido en lípidos es bajo, a medida que el bebé sigue mamando los lípidos van en aumento, hasta 5 veces más; de ahí la importancia de que se complete una tetada y no se retire al bebé de un pecho antes de que acabe. También la composición calórica de la leche materna cambia durante la edad del bebé, tiene más calorías al año que a los 3 meses, y más a los dos años, así sucesivamente, con lo que la afirmación de mucha gente sobre que la leche materna a partir de “x” edad no alimenta, es totalmente falsa y contraria a la realidad.
La composición de la leche la regula el bebé de acuerdo a 3 factores: la duración de la tetada, el tiempo entre tomas y su succión. El tamaño del estómago de un bebé es pequeño, así que, si se retira a un bebé del pecho antes de que llegue a la parte grasa, tendría que tomar mucho volumen de la leche del otro pecho (más aguada por estar al inicio de la tetada) para conseguir las mismas calorías, y puede suceder que no les quepa, por lo tanto no tomen las calorías que necesitan. Y como es imposible, hasta para la madre, saber lo que ha tomado el bebé, es importantísimo que no se interfiera en ninguno de los factores, eso se consigue con una lactancia a demanda.
En la actualidad se recomienda la introducción de la alimentación complementaria (esto es, otra cosa que no sea leche), a partir de los 6 meses. Esta recomendación ha ido variando a lo largo de la historia, y no digamos ya, el orden de los alimentos... , me llamó la atención el que nuestros antepasados no dejaban comer fruta a los niños hasta pasados los 4 o 5 años...; pero lo curioso del caso es que en un principio se introducía muy tarde la alimentación complementaria a los 12 meses, luego, a raíz de la introducción de la leche de vaca en lugar del pecho (revolución industrial), se tuvo que adelantar muchísimo la introducción de alimentos para paliar las deficiencias, sobre todo de vitaminas, de la leche de vaca. Hasta tocar suelo en recomendar la introducción de alimentos a los 15 días. Posteriormente, y gracias a que las farmacéuticas han ido incorporando vitaminas a la leche de fórmula, se ha ido alargando otra vez la edad en la que se recomienda introducir alimentos hasta la edad actual, 6 meses, pero hay visos de que esta edad todavía se va a retrasar más.
Por todo esto vemos que no debe haber una urgencia real por hacer comer a nuestros pequeños, por un lado la leche materna (y también la de biberón) tiene más calorías que la fruta y las verduras (recordemos el pequeño tamaño del estómago de los bebés), no tiene sentido sustituir tomas de leche por papillas de verdura o fruta. Si fuese una cuestión de carencia de algún nutriente realmente importante para el desarrollo del niño, los pediatras no se arriesgarían a que un bebé quiera comer o no, a que su mamá le prepare una buena papilla o no, darían unas gotas con el suplemento y listo. Entonces..., cuál es el motivo para introducir alimentos?, pues según Carlos González, el aprendizaje.
Es bueno que un bebé se "siente" a la mesa con los adultos, vea como comen, se interese por la comida, cuando un bebé coge un guisante con los dedos y se lo mete en la boca está aprendiendo mucho, psicomotricidad fina, acertar en la boca y no en un ojo (esto lo dijo en plan risas), aprender a decidir (si le gusta o no),a distinguir sabores y texturas, a comer solo...; en cambio, un bebé que se toma un puré no está aprendiendo nada, se lo da su madre, no distingue sabores ni texturas porque está todo triturado, y para el futuro no se sirve de mucho ya que los adultos no comemos la comida triturada.
En cuanto a la introducción de alimentos no está demostrado qué es mejor introducir antes, así que eso da lo mismo, lo que hay que tener cuidado es con las cosas alergénicas como huevo, leche (y derivados) y pescado, él no recomienda que se introduzcan antes del año hayan o no condicionantes familiares (por si acaso), la leche y derivados se refiere a niños de pecho, con 4 o más tomas diarias no necesitan tomar ningún lácteo más. Si el bebé ya toma biberones de leche artificial no hay problema por que tome yogures, incluso un poco de canelones con bechamel.
Hizo referencia a la única carencia que puede haber si un bebé sólo toma leche, y es el hierro, la leche materna tiene muy poco hierro, pero es que debe llevar poco, es curioso que el cuerpo materno filtra el hierro, si la madre toma suplemento de hierro la leche no se ve afectada, dijo que los bebés tienen reservas incluso hasta bien pasado el año, y de dónde las sacan?, pues del cordón umbilical, si no se corta demasiado pronto el bebé dispone de reservas de sobra, pero hay bebés que no, que se les ha cortado el cordón demasiado pronto, así que puestos a introducir alimentos hacerlo con carnes, y si el bebé no quiere y se sospecha que le puede faltar hierro hacerle análisis y darle el suplemento necesario.
Recordemos que el estómago de los niños es pequeño, que necesitan tomar cosas que les aporten calorías con poco volumen, de ahí la explicación de que les gusten poco o nada las verduras y mucho la pasta, pero es porque las verduras les aportan muy poco. Si a un niño no le fuerzas a comer la verdura llegará un momento que comerá una poca, y luego más, pero si le fuerzas lo más probable es que acabe aborreciéndola.
Hizo mucho hincapié en dejar al niño "tranquilo", en permitir que coma de lo que quiera, que los gustos cambian con la edad y con las necesidades de crecimiento y desarrollo, tal vez un bebé con 9 meses come más que ese mismo bebé a los 2 años y es debido a que el crecimiento es más rápido con 9 meses que con 2 años. Y en caso que ese niño no gane peso o incluso lo pierda, si tras los análisis y pruebas está bien, hay que dejarlo "tranquilo", si no lo está se le dá el suplemento que le falte y se le deja tranquilo también, no hay que forzar a comer a los niños.
Haciendo historia, nos comentó que la preocupación por la cantidad que comen los niños no aparece en los libros de pediatría hasta que no se empezó a adelantar la edad de introducción de alimentos y las cantidades "fijas" un plátano, una pera, una naranja, cuarto y mitad de pollo..., y que hoy en día es la causa principal de visitas al pediatra. Él lo atribuye a las expectativas, las recomendaciones de comida que ha de tomar un bebé son tan rígidas y exageradas que raro es el niño que las cumpla, ni un adulto diabético está sometido a tan férrea disciplina alimenticia.
Para terminar nos dio las indicaciones alimentarias de un panfleto Irlandés que se encontró un día y le llamó poderosamente la atención, por lo diferente que es de nuestros patrones y por que él considera que es el patrón correcto de introducción de alimentos.
Para empezar es ilustrativo el dibujo, se ve a un niño comiendo solo (con la cuchara en una mano) y con un vaso (sin tapa de aprendizaje) en la otra, contento, con el plato lleno de trocitos (no triturado). Ya dentro se ve una gran cruz a que los alimentos se den en biberón, cosa que aquí está muy extendida. Y otra clara diferencia, hablan de introducción a la cuchara, no introducción alimentaria.

SOBRE LA COMUNICACIÓN Y MÁS.

SOBRE LA COMUNICACIÓN Y MÁS:

LA FIESTA DE LOS SENTIDOS.Sebastià Serrano. Ahora libros, 2009

La evolución rápida de los conocimientos hará que cada vez sean menos importantes y se vaya dando más importancia a las actitudes. Dentro de estas actitudes están todas las relacionadas con la comunicación (saber escuchar y saber comunicar).Para ello el cuerpo y los sentidos toman más relevancia. Dejemos de lado la corriente filosófico-religiosa que sólo daba importancia a la mente (y dejaba de lado el cuerpo) para abrirnos los sentidos (primeros canales de comunicación desde hace millones de años).Estudios objetivos sitúan en un 93% la importancia de la comunicación no verbal. La comunacació verbal puede ir bien para explicar hechos externos pero es imposible que alcance la versatilidad de la comunicación no verbal para las cosas personales (internas).El actual cambio de paradigma en la física (de la newtoniana a la cuántica) hace que tengamos que volver a pensar la vida, el cuerpo, la empresa ... Este cambio también tiene un efecto directo sobre la estructura de los currículos.La física newtoniana, determinista, consideraba que la forma de llegar al conocimiento era simplificar la realidad, por lo fraccionaba la realidad en partes. Esta mentalidad traspasó al conocimiento y se empezaron a levantar fronteras entre conocimientos.Con el tiempo se fueron creando nuevas fronteras hasta que ahora se ve claro que lo que hay es romper las fronteras del Conocimiento, es necesario pasar estas fronteras sin pasaporte (quien lo ha hecho muestra el instinto del talento). Es necesaria una reorganización del currículo, hay una globalización del conocimiento.El exceso de información provoca desconcierto y nuestro cerebro no está preparado para ella.La felicidad radica, en mucha importancia, en la capacidad de saber hacer lazos y relaciones fuertes (gracias también a la comunicación no verbal).Las mujeres tienen una mayor capacidad innata para adaptarse a la nueva realidad social-cultural (y también para coger cuotas de poder o liderazgo en el mundo empresarial).

CÓMO GESTIONAR LA PROXIMIDAD.Un puntito de ansiedad va bien porque permite estar más alerta.La primera conexión emocional se puede hacer mediante diferentes canales y ejemplos pero todos deben decir "me gustaría sentirme bien conectado contigo (o con vosotros)". Algunos ejemplos concretos son una pregunta, un get, un toquilla, una mirada, una sonrisa ...Hay que pensar que este tipo de conexiones son vitales desde el punto de vista evolutivo. El poder de comunicación está en el origen y objetivo de toda la vida.El exceso de información.Puede provocar desconcierto, desazón y desánimo.El incremento de la complejidad provoca un incremento de la incertidumbre.Los cerebros están poco acostumbrados a convivir con tanta informaciónActualmente ya está el síndrome TMI (too much information) que provoca la pérdida de la capacidad de atención (a veces vinculado con hiperactividad), disfunción cerebral (desestabilización).La solución a todo esto también está en el propio cuerpo.El cambio tecnológico del siglo XXI será diez mil veces superior al del s.XXSobre la felicidad.Los lazos ayudan a la felicidad.Los cerebros piden lazos y relaciones fuertes. Paradójicamente, sin embargo, el incremento de los lazos permitió el crecimiento del cerebro y ahora, lo que permite este crecimiento cerebral está provocando el debilitamiento de lazos.Para favorecer la homeostasis (equilibrio) emocional hay que prestar atención en los detalles y mejorar los puentes emocionales (ya que quien tiene dificultades para establecer puentes emocionales tiene más conflictos personales a trabajo y en la casa.En los hombres, la testosterona neutraliza la oxitocina, en las mujeres, los estrógenos incrementan la producción de axitocina. Los lazos de amistad (más potenciado por las mujeres) provoca que resuelvan los problemas de forma más sosegada (el hombre más por el derecho), examina las opciones y consulta; también tienen una destreza especial para leer los signos no verbales. Por eso las mujeres están más capacitadas para liderar equipos.En su otro libro, Los secretos de la felicidad, explica el papel determinante de los vínculos como generador de bienestar emocional.

COMPLEJIDAD Y FRAGILIDAD.Los trabajos repetitivos y rutinarios irán automatizando.Cambio de paradigma (efectos en el mundo educativo).La física newtoniana es determinista y por tanto se trataba de reducir a la realidad a elementos simples. Por lo tanto el saber se fragmentó en multitud de territorios (creando fronteras entre ellos).Ahora, la física cuántica (física más orgánica y sistémica) es probabilística y considera que el observador influye en la realidad.Este cambio implica que tengamos que pensar en nuevos modelos de organización del conocimiento y cambiar nuestras ideas sobre la vida, la enfermedad, las empresas ...En una persona, sus conocimientos cada vez quedarán obsoletos más rápido, mientras las actitudes no, las actitudes son una guía del posicionamiento de las personas ante los problemas y fundamentan la actuación. En el futuro serán necesarias actitudes para tomar decisiones y liderar equipos (no tanto los conocimientos), asimismo, las emociones entran por la puerta grande en la relación maestro-alumno o doctor-paciente.El coeficiente de inteligencia deja muchas cosas, importantes, fuera.Siempre ha habido personas que han cruzado las fronteras (del conocimiento) sin pasaporte; estas personas tenían el instinto del talento.Sobre el marco educativo.Hasta ahora se ha valorado muy poco, en nuestro marco educativo, la creatividad, la imaginación y el talento. Es un marco creado para la era industrial.Ahora hay que valorar más las preguntas que las respuestas; hay que hacer y que hagan: integrar, sintetizar razonamiento y emotividad, cálculo y creatividad, cuerpo, sentidos e imaginación.Hay que enseñar y relativizar las informaciones nuevas.Hay una escuela suave, abierta, con sentimientos, rigurosa y responsabilizando.El profesorado debe ser un mediador, un animador.Sobre las emociones.Ya no se duda sobre el papel de las emociones en las relaciones, en la felicidad y en la transmisión de conocimiento (relación maestro-alumno o doctor-paciente).A las empresas cada vez son más importantes y por lo tanto hay que favorecer las competencias emocionales y sociales ya que en este último cuarto de siglo, el coeficiente estándar de inteligencia ligècia ha aumentado pero el coeficiente de inteligencia emocial ha disminuido.Esta bajada ha influido sobre los directivos actuales de las grandes empresas.Comunicación no verbal.El marco filosóficoreligiós consideraba que las actividades mentales son las únicas verdaderamente importantes (aunque el antiguo testamento no muestra ningún desprecio con el cuerpo, como se puede ver con el Cantar de los Cantares).Hace 50 años comienza, otra vez, la emergencia de los cuerpos.Hace cientos de millones de años la mensajería química tomó mucha relevancia y si hablamos de la importancia y preminència del tacto nos perdemos en el tiempo.El máximo de importancia que se da a la comunicación no verbal es 1/3. El estudio más significado al respecto habla de un 7%. El otro 93% se reparte en un 38% las cualidades de la voz y un 55% lo no verbal puramente (cara, mirada, tacto ...). El feed-back entre las personas depende de este 93%.Este lenguaje no verbal informa sobre el estado de nuestras emociones, de nuestro cuerpo en general y de nuestras actitudes.Hay que decir que sería casi imposible transmitir estas emociones, actitudes, gustos ... mediante el lenguaje verbal. Por eso, para comunicar hechos externos va bien el lenguaje verbal pero, por las cosas internas del lenguaje no verbal es mucho más efectivo.Comunicar bien significa generar actitudes positivas en los demás; la empatía también implica escuchar bien con todo el cuerpo (oídos, ojos, cara, cuerpo ...).Evolutivamente estamos diseñados para detectar el engaño (que es muy común en la naturaleza). Algunos ejemplos son la subida del tono de voz o el incremento de coloración de la cara.Muchos de los problemas, desde la célula a las grandes instituciones, derivan de una mala comunicación.

LA FASCINACIÓN POR LAS MOLÉCULAS.La primera puerta de entrada de los sentidos es la nariz y por eso es el sentido más ligado a las emociones. El olfativa fue la primera memoria de los cerebros de los animales, por lo que un olor puede modificar el estado de ánimo (y por ello se pueden utilizar las endorfinas para rebajar el dolo, o la oxitocina para incrementar las ganas de tener buenas relaciones). Hay más ejemplos en las páginas 73 y 74.Jesús dejó que Magdalena utilizara los olores (por eso es la patrona de los perfumes).Hace 15 millones de años la vista pasó a ser dominante (respecto al olor) con los primates.En el siglo XVIII se vuelven a poner los sentidos en su sitio (en oposición a la corriente filosófico-religiosa anterior, que sólo daba importancia a la mente y prohibía el cuerpo.

FIESTA DE LA IMAGINACIÓN.Pequeños cambios pueden provocar cambios espectaculares. Lo podemos ver en la evolución (de células. Procariotas a eucariota, la diferenciación sexual (que provocó que nuestra supervivencia dependa del contacto y la comunicación, hace unos mil millones de años), los primeros cerebros, las competencias emocionales ( hace doscientos millones de años), visión en color, los pechos de las mujeres, el bipedismo, la agricultura y la ganadería (que los excedentes hacen que aparezcan las clases sociales, la escritura, la geometría, la arimètica o la filosofía).Los poetas fueron los conservadores de la información y apaciguaban la ansiedad de las personas.La tecnología debe verse como un elemento colaborador, no con miedo.Ahora, con un sistema en constante cambio e incertidumbre, ya no se pide uniformidad sino calidad, esfuerzo, creatividad, excelencia, carácter emprendedor, talento, creatividad e innovación.El talento y la creatividad se puede adquirir. El alimentan la curiosidad, la motivación, la memoria operativa, la cencentració mental, la excelencia en la atención, el planificar, la flexibilidad mental, la empatía. Generalmente, las personas que lo tienen les gusta contar historias, hablar en público, les encanta lo que hacen, estima las tecnología, los obsesiona la formación, tienen una visión festiva de los sentidos.La seducción ha valorado y potenciado las innovaciones cognitivas culturales y el lenguaje (contar historias, humor, creatividad).La improvisación también nos ha permitido sobrevivir (al conejo con los saltos ante la gacela ...) ya veces ser predectibles tiene muchos costes. La aleatoriedad minimiza el riesgo.La improvisación está bien vista (y por tanto es seductora). La creatividad también es seductora ya que es un indicador de excelencia (ya que nos permite mejorar como especie o grupo).Nos fijamos en lo que es más creativo, nuevo.La dopamina acentúa la curiosidad, la capacidad de aprendizaje, la fantasía, la imaginación, la creatividad, el deseo, la motivación, la autoconfianza y el optimismo.El placer aviva el ingenio.Tenemos el pensamiento convergente (para responder a preguntas y problemas que tienen una solución correcta) y el pensamiento divergente (para problemas más comunes en la vida, aquellos que no tienen una única respuesta como buena). Este último pensamiento es el relacionado con la creatividad (y está principalmente vinculado con el hemisferio derecho).


LA EDUCACIÓN DEL TALENTO, José Antonio Marina.
Editorial Ariel, de la Bliblioteca de la Universidad de Padres.

El objetivo de la educación debe ser desarrollar el talento, es decir, la inteligencia en acto que resuelve los problemas prácticos; que utiliza bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir nuestra acción hacia una vida lograda.
La inteligencia la divide en dos tipos y unos criterios: la inteligencia generadora (la que creo las ideas), la inteligencia ejecutiva (la que sabe llevar esas ideas a la práctica, mediante una programación y constancia en la resolución) y los criterios de evaluación.
En los tres aspectos de la inteligencia (generadora, ejecutiva y criterios de evaluación), la actividad mental inconsciente juega un papel muy importante. De dónde o cómo se nos ocurren las cosas? Cómo acabamos decidiendo por cómo llevar a cabo el proyecto? Cómo evaluamos cual es la mejor decisión?).
Por este motivo, una tarea importante es programar o saber educar el inconsciente, integrar los conocimientos (no tener que pensar o computar para llevar a cabo ciertas tareas – como por ejemplo un tenista o un espadachín ante su rival).
En ese proceso de aprendizaje juega un papel muy importante la idea que tengamos sobre nuestras capacidades; por este motivo es importante fortalecer la autoestima de las personas (que favorecerá la aparición de la perseverancia).
La inteligencia generadora produce deseos, sentimientos (de los cuales no somos culpables, aunque sí de nuestras reacciones) e ideas.
La inteligencia ejecutiva debe dirigir la mirada, dominar la atención, planificar, regular las acciones, inhibir el impulso, tolerar la frustración, aprendizaje de la obediencia. El habla interna (y por tanto el lenguaje) tiene un papel fundamental (demostrado, por ejemplo, en los deportistas de élite).
Los criterios de evaluación serán nuestras guías, nuestros modelos interpretativos (que condicionarán y influirán nuestro actuar). 

 
Construcción del nido.

BRÚJULA PARA NAVEGANTES EMOCIONALES.
Elsa Punset.

Las emociones determinan, consciente o inconscientemente, como sentimos el mundo. Hay dos tipos de emociones, las positivas y las negativas; estas últimas, pese a su mala fama, nos han ayudado y nos ayudan a sobrevivir.

Es imposible vivir sin ellas y por tanto hay que conocerlas y reconocerlas ya que sinó pasan al inconsciente y nos pueden desbordar en cualquier momento.

Toda decisión está influida por la emociones y ni la sociedad ni las familias nos suelen enseñar a gestionarlas. Primero sentimos y luego pensamos y actuamos. Las emociones mandan sobre nuestros pensamientos.

Saber no es ni la mitad de importante que sentir (por tanto hay que soltar lastre de contenidos y dejar espacio para que puedan expresar sentimientos).

No existen estados emocionales neutros; todos los hechos nos afectan positiva o negativamente; por eso la indiferencia es más peligrosa que la ira o el odio.

La importancia de la seguridad emocional des de la infancia. Una relación afectiva sólida des de la infancia permite crear el molde biológico y emocional para las relaciones futuras de la persona.

Tipologías; estilos educativos.

● Depreciativo.

● Condenatorio.

En los dos primeros casos los sentimientos del niño no son válidos. Si decimos lo que deben sentir, les enseñamos a desconfiar de sus propios sentimientos cuando todas las emociones y deseos son aceptables (no así los actos que ellas puedan provocar).

● No intervencionista à pase lo que pase lo aceptamos; esto suele acarrear miedos pues tienen que cargar con decisiones impropias de su edad; este patrón suele provocar que sean impulsivos y con baja capacidad para lograr sus metas.

● Emocionalmente competente.

Estrategias.

● Guiarse por criterios claros y concretos pero no por reglas rígidas.

● Dar amor incondicional.

● Permitir el desarrollo de la autoestima.

● Enseñarles a responsabilizarse de sus actos.

● Enseñarles a respetar las necesidades de los demás.

Aplicar “la prueba del vecino”, es decir, comportarse como si hubiera entrado, por unos momentos un vecino en casa.

Es importante la autenticidad ya que el niño percibe de forma intuitiva y por imitación. Si no se da aprenden que es admisible decir una cosa y hacer otra.

Es importante que sepan nuestra motivación para hacer las cosas.

Tener cuidado con…

● Las expectativas (ya que a veces no dejan ver la realidad que tenemos delante).

● La humillación.

● Las etiquetas.

● Las palabras jamás y nunca (hay que eliminarlas).

● Las comparaciones.

● La crítica constante.

● Lo más importante es la felicidad y, por tanto, no hay que ser esclavo de nuestros deberes.
La llegada de los hijos. 

BRÚJULA PARA NAVEGANTES EMOCIONALES.
Elsa Punset.


Los hijos permiten reconocer y curar las heridas porque evocan nuestra infancia.

La necesidad básicas de cualquier hijo es el amor. En este sentido solemos atender primero las necesidades físicas (pues son más sencillas) pero tratamos menos (o incluso olvidamos) el amor, que será lo que les permitirá tener seguridad para amarse y para amar a los demás. Hay que tener en cuenta que los hijos, antes que el lenguaje perciben mensajes emocionales (así, si los padres son poco expresivos los hijos suelen evitar el dolor del torbellino de las emociones ya que nadie les ha enseñado a pasar del malestar al bienestar ni a calmarse a sí mismos).

Los cuatro temperamentos: sangúneo, flemático, melancólico y colérico. Ninguno es superior a otro y lo que sí que hay que hacer es identificar el temperamento de cada miembro de la familia.

También suele haber una relación entre el temperamento de los padres y el modelo educativo que aplican. Así, los padres sanguíneos y flemáticos suelen ser permisivos (pues evitan el conflicto). Los padres melancólicos también suelen ser permisivos pero estos por su aversión a la confrontación. Los padres coléricos suelen optar por el modelo autoritario.

El objetivo no debe ser cambiar a nadie sino cambiar la forma como los trato ya que “cuando cada miembro ocupa su espacio natural, los demás tienden a gravitar hacia su propio lugar sin necesidad de luchas intensas”.

El amor, por ejemplo hacia los hijos, une a través del circuito de la recompensa y por tanto motiva y entusiasma desconectando la capacidad de crítica social.

Uno de los objetivos principales como padres es dar muestras de comportamiento empático y positivo.

Los hijos, antes de enfrentarse al mundo han de haber experimentado el amor incondicional (aceptar al niño por aquello que es y no por aquello que hace – hecho que el identificará por nuestros actos diarios y no por nuestras palabras) y por tanto sentirse digno de ser amado. En oposición a esto solemos sobreproteger en el plano físico y los abandonamos en el plano emocional.

● No dar este amor incondicional suele provocar inseguridades que acaban en reclamos de atención cada vez más insistentes e inoportunos que acaban con faltas de disciplina.

● Dando el amor incondicional será capaz de aceptar la disciplina coherente y firme, tendrá una autoestima saludable, confiará en sus capacidades para salir adelante, se conocerá y aceptará quien es. Permite tener seguridad y por tanto permite pensar en los demás (sin seguridad no se puede pensar en los demás).

Aprender a amar y ser amado de forma incondicional es una de las herramientas más poderosas que existen de transformación personal y de reconciliación de una persona consigo misma.

Los lenguajes del amor. Hay cuatros lenguajes básicos: el contacto físico, el compartir tiempo de calidad, los actos de servicio y el de las palabras. Cada persona se siente cómodo para percibir y expresar en uno o dos lenguajes y puede ser diferente el de percibir que el de expresar. Para descubrir cuales son los principales en nuestros hijos y seres queridos nos tenemos que fijar en aquello que nos reclaman con más asiduidad.

Si conseguimos acostumbrarlos a percibir y expresar en los cuatro lenguajes en un futuro también lo harán ellos.

● El contacto físico, por su carácter directo y cálido es importante cuando uno está enfermo o triste.

● El tiempo de calidad se percibe si no hay ningún objetivo que cumplir y por tanto se dá la conversación; un buen momento es antes de dormir.

● Los actos de servicio son difíciles de hacer a personas muy perfeccionistas ya que no dejan hacer nada. Ojo con los regalos de primera necesidad (ya que como no suelen darse en días especiales, parecen debidos y no permiten mostrar el amor que subyace detrás de ellos; que nos guíen a escoger sus regalos es positivo ya que les permite empezar a distinguir entre deseos fugaces de deseos más profundos.

● Con las palabras hay que tener especial cuidado con las negativas; si aún así se dicen es importante disculparse. Hay que tener en cuenta que no se las dejaríamos decir a ningún vecino – y para ellos es mucho más importante lo que digamos los padres y no tanto los vecinos.

El comportamiento de los niños siempre está ligado a la necesidad de recibir amor.

La educación emocional inteligente enseña al niño a tolerar la frustración y a comprender y aceptar que los demás también tienen sus necesidades y derechos.
Interesante Articulo:
Elsa Punset: "La educación emocional es la gran revolución que viene"


Las emociones están aflorando del agujero negro del cerebro. Los neurocientíficos las están rescatando y pronto alcanzarán el lugar que merecen en los hogares y las escuelas. Elsa Punset expone en su primer ensayo las claves para alcanzar el bienestar emocional.


PREGUNTA- Nos ofrece con su libro una brújula para navegantes emocionales. ¿Tendemos a enterrar las emociones?
RESPUESTA- Sí, este libro lo escribí porque tenía la sensación de que no hablamos de lo que realmente nos preocupa, no nos enseñan casi nada respecto a las emociones. Hasta hace poco, eran una especie de agujero negro porque la ciencia no lograba entrar ahí. Sin embargo, la neurociencia, con las pruebas de imágenes del cerebro, ha logrado entrar en la caja negra del cerebro. Y, de repente, grandes neurocientíficos empiezan a hablar de las emociones y hay menos pudor en expresarlas.

PREGUNTA- ¿Significa que hay que reír, llorar, gritar…?
R.- Hay que comprenderlas, saber que estamos hechos de emociones, que impactan en el comportamiento de forma absoluta aunque ni seamos conscientes de ello. Hay que volver al viejo "conócete a ti mismo", y ahora tenemos más herramientas para poder gestionar las emociones.

P.- ¿Los adultos estamos a tiempo de lograrlo?
R.- Nuestro cerebro, que es el órgano que sirve para sentir, se conforma con los patrones emocionales básicos en los primeros cinco años de vida. Pero la ciencia nos dice ahora que nunca es tarde, que el cerebro es plástico. Eso significa que tienes que hacer el esfuerzo consciente cuando eres adulto para comprender qué te ha pasado y cambiar los patronas.

P.- Así que hay que ir a buscar la brújula, no te la traen en mano.
R.- Lo ideal sería que cuando eres pequeño tus padres y tus maestros supieran lo suficiente sobre las emociones como para ayudarte a navegar por ellas. Ha habido un gran fallo de la sociedad: hemos dejado a los padres muy desamparados, les obligamos a sacarse titulitos para todo menos para tener hijos y para entender cómo funcionan emocionalmente.
 

DIEZ MANDAMIENTOS PARA PADRES Y MADRES

viernes, 21 de septiembre de 2012

DIRIGIDA A LAS AMPA, COLEGIOS E INSTITUTOS, 
OS OFRECEMOS LA SIGUIENTE CHARLA O TALLER:
 
 

LA SEXUALIDAD JUVENIL:

UNA ASIGNATURA PENDIENTE, UNA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

La adolescencia y la juventud constituyen un período de grandes cambios en el
crecimiento, en la vida familiar, en los estudios o en el trabajo. La propia persona y el
entorno cambian profundamente y muy deprisa. Estos cambios, junto con las decisiones
relacionales y vocacionales que tienen que tomar acaban adquiriendo una importancia
decisiva en sus vidas.
La población juvenil es considerada en general como un sector poblacional sano, lo
que indica un concepto de salud muy restrictivo que persigue, únicamente, la ausencia de
enfermedad. Por el contrario, si concebimos la promoción de la salud como el desarrollo
de las capacidades de la persona tendentes a alcanzar el bienestar físico, emocional y social,
nos daremos cuenta de que la población juvenil es un sector muy crítico al que deberíamos
prestar las mayores atenciones.
El período de profundas y radicales transformaciones que supone la adolescencia
propicia con frecuencia estados de desconcierto, confusión y ansiedad vital. Otro aspecto
significativo es la importancia que tiene la atracción por el riesgo en el proceso de
socialización de los jóvenes (sobre todo de los varones). Esto, unido a algunas
características propias de la edad (la inmediatez de la experiencia vital, cierto ideal
romántico, la dificultad para pensar en clave de probabilidad y a medio plazo, etc.) hace que
sean muchas las prácticas de riesgo que amenazan la salud de los y las jóvenes (consumo
de alcohol, tabaco y otras drogas, embarazos no deseados, ETS y SIDA, anorexia y
bulimia, accidentes de tráfico, etc.).
Por otra parte, la adolescencia y la juventud, en ese tránsito al mundo adulto,
suponen un período prolijo en lo que respecta a la exploración de sus capacidades y
habilidades, la adquisición de nuevos valores y actitudes, la experimentación de la
autonomía y la toma de decisiones, etc. Este intenso aprendizaje convierte esta etapa de la
vida en esencial para la adquisición de hábitos y conductas saludables.
En el transcurso de la adolescencia y la juventud cobra una relevancia primordial el
desarrollo sexual. El proceso de sexuación experimentado marcará de manera definitiva la
forma de estar en el mundo tanto en hombres como en mujeres, el modo de relacionarnos
con las personas así como la experiencia emocional y subjetiva del deseo sexual. Las
vivencias de la sexualidad en este período están marcadas por la confusión sobre lo que
pueden hacer o no. Por un lado, han de reconsiderar la nueva imagen de su cuerpo sexuado
enfrentándose a la fuerte presión de los estereotipos de belleza, y tienen que afrontar las
distintas posibilidades y necesidades sexuales y afectivas que se les plantean. Por otro lado,
los mensajes que reciben son con frecuencia contradictorios. Esto contribuye a que vivan
su sexualidad con escasas habilidades para disfrutarla de forma gratificante y saludable.
En España casi todas las personas comprendidas entre 15-19 años afirman haber
tenido algún tipo de experiencia sexual, siendo los 16,5 años la edad promedio de inicio de
la relación sexual coital. Muchas de estas relaciones se realizan sin planificar y, por tanto,
sin usar métodos para el control de la reproducción o para evitar posibles contagios de
enfermedades de transmisión sexual (sólo el 58% de las personas encuestadas utiliza algún
método).
Mientras tanto, nuestra sociedad, por un lado sobreestimula y es permisiva con las
personas adolescentes y jóvenes y, por otro, no acepta que sean sexualmente activas. En la
práctica, ni las familias, ni los sistemas educativo, sanitario y de los servicios sociales
ofrecemos la cobertura necesaria para capacitarlas en la toma de decisiones responsable en
torno a su sexualidad, abandonándolas, en consecuencia, a su suerte. El resultado es que su
acceso a las vivencias sexuales se da, en numerosos casos, en condiciones de grave riesgo,
como la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce.
Aceptar que adolescentes y jóvenes pueden ser sexualmente activos y ofrecerles
los medios educativos y asistenciales para que puedan vivir su sexualidad sin riesgo,
contribuiría a la solución de este grave problema. No se trata de suprimir libertades, sino de
ofrecer herramientas a la población adolescente y juvenil para que sepa manejarse con éxito
en este mundo de libertades.
La sexualidad es una fuente de posibilidades maravillosas de placer, comunicación,
reproducción, ternura y afecto, que puede vivirse de forma frustrante y llena de riesgos o
sin riesgos y plena de sentido personal y relacional.
Las y los adolescentes y jóvenes toman, de hecho, decisiones importantes sobre su
sexualidad; y éstas pueden mejorar, ser más responsables y felices con la información
necesaria y una actitud positiva frente a la sexualidad; si se conocen y tienen una adecuada
autoestima, si aceptan su propia sexualidad y la responsabilidad que conlleva la relación
sexual, si poseen suficientes habilidades de comunicación y resolución de problemas, si
saben lo que valoran en la vida y toman decisiones sobre sus relaciones sexuales, si
disponen de los recursos necesarios y conocen los de la comunidad en la que viven.
En consecuencia, la optimización de las relaciones afectivo-sexuales como fuente
de salud implica el desarrollo de programas educativos encaminados a que la sexualidad sea
vivida de forma plena, responsable y enriquecedora y exige la oferta a las y los jóvenes de
programas asistenciales específicos. Esta tarea es una responsabilidad compartida y en ella
han de estar implicados la población juvenil, las y los profesionales del campo educativo,
sanitario y social, así como las propias familias.
DIRIGIDA A LAS AMPA O COLEGIOS, 

OS OFRECEMOS LA SIGUIENTE CHARLA O TALLER:

Antonia Macías

(Psicóloga) a Autoestima en los/as niños/as

¿Qué es la Autoestima?

Es la valoración que uno tiene de sí mismo, de la propia personalidad, de las actitudes y de las habilidades, que son los aspectos que constituyen la base de la identidad personal.

La autoestima no es algo estático, sino que fluctúa según con quienes los/as niños/as se rodean, las situaciones que vivan y como las interpreten o valoren.

La autoestima se construye y es en la infancia cuando se levantan los cimientos.

La alta autoestima o positiva está relacionada con afectos positivos como son el gozo, la confianza, el placer, el entusiasmo y el interés.

La baja autoestima o negativa conlleva afectos negativos como el dolor, la angustia, la duda, la tristeza, el sentirse vacío, la inercia, la culpa y la vergüenza.

Las Recomendaciones para fomentar una Alta Autoestima en nuestros/as hijos/as son:


¿Qué hacer?

- Que los/as niños /as comprendan que son capaces de hacer cosas y que los quieres.

- Tomaros tiempo en escuchar a vuestros/as hijos/as cuando lleguen de la guardería o la escuela.

- Elogia sus éxitos, aunque sean muy pequeños/as. Y premia a aquellos /as que se esfuerzan en hacerlo bien.

- Mostrarles sus cualidades y virtudes; y enseñarles a aceptar sus defectos y limitaciones.

- Incentiva el desarrollo de las responsabilidades del niño/a.

- Da la oportunidad al/a la niño/a a que tome decisiones y resuelva algún problema.

Podemos realizar unos ejercicios prácticos con ellos/as:

- La lista de cualidades positivas: Escribir todos aquellos aspectos, habilidades, destrezas, ... positivas de tu hijo/a y dejarlo en un lugar visible. Por Ej. Nota en la nevera, en un corcho, colgado en tendedero con pinzas, etc.

- El libro de los logros: Pegamos fotos en un libro desde que era pequeñito/a realizando diferentes actividades y explicándole cómo ha ido mejorando. Resaltamos su evolución.

- Los diplomas al/la mejor….


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