viernes, 28 de septiembre de 2012

La llegada de los hijos. 

BRÚJULA PARA NAVEGANTES EMOCIONALES.
Elsa Punset.


Los hijos permiten reconocer y curar las heridas porque evocan nuestra infancia.

La necesidad básicas de cualquier hijo es el amor. En este sentido solemos atender primero las necesidades físicas (pues son más sencillas) pero tratamos menos (o incluso olvidamos) el amor, que será lo que les permitirá tener seguridad para amarse y para amar a los demás. Hay que tener en cuenta que los hijos, antes que el lenguaje perciben mensajes emocionales (así, si los padres son poco expresivos los hijos suelen evitar el dolor del torbellino de las emociones ya que nadie les ha enseñado a pasar del malestar al bienestar ni a calmarse a sí mismos).

Los cuatro temperamentos: sangúneo, flemático, melancólico y colérico. Ninguno es superior a otro y lo que sí que hay que hacer es identificar el temperamento de cada miembro de la familia.

También suele haber una relación entre el temperamento de los padres y el modelo educativo que aplican. Así, los padres sanguíneos y flemáticos suelen ser permisivos (pues evitan el conflicto). Los padres melancólicos también suelen ser permisivos pero estos por su aversión a la confrontación. Los padres coléricos suelen optar por el modelo autoritario.

El objetivo no debe ser cambiar a nadie sino cambiar la forma como los trato ya que “cuando cada miembro ocupa su espacio natural, los demás tienden a gravitar hacia su propio lugar sin necesidad de luchas intensas”.

El amor, por ejemplo hacia los hijos, une a través del circuito de la recompensa y por tanto motiva y entusiasma desconectando la capacidad de crítica social.

Uno de los objetivos principales como padres es dar muestras de comportamiento empático y positivo.

Los hijos, antes de enfrentarse al mundo han de haber experimentado el amor incondicional (aceptar al niño por aquello que es y no por aquello que hace – hecho que el identificará por nuestros actos diarios y no por nuestras palabras) y por tanto sentirse digno de ser amado. En oposición a esto solemos sobreproteger en el plano físico y los abandonamos en el plano emocional.

● No dar este amor incondicional suele provocar inseguridades que acaban en reclamos de atención cada vez más insistentes e inoportunos que acaban con faltas de disciplina.

● Dando el amor incondicional será capaz de aceptar la disciplina coherente y firme, tendrá una autoestima saludable, confiará en sus capacidades para salir adelante, se conocerá y aceptará quien es. Permite tener seguridad y por tanto permite pensar en los demás (sin seguridad no se puede pensar en los demás).

Aprender a amar y ser amado de forma incondicional es una de las herramientas más poderosas que existen de transformación personal y de reconciliación de una persona consigo misma.

Los lenguajes del amor. Hay cuatros lenguajes básicos: el contacto físico, el compartir tiempo de calidad, los actos de servicio y el de las palabras. Cada persona se siente cómodo para percibir y expresar en uno o dos lenguajes y puede ser diferente el de percibir que el de expresar. Para descubrir cuales son los principales en nuestros hijos y seres queridos nos tenemos que fijar en aquello que nos reclaman con más asiduidad.

Si conseguimos acostumbrarlos a percibir y expresar en los cuatro lenguajes en un futuro también lo harán ellos.

● El contacto físico, por su carácter directo y cálido es importante cuando uno está enfermo o triste.

● El tiempo de calidad se percibe si no hay ningún objetivo que cumplir y por tanto se dá la conversación; un buen momento es antes de dormir.

● Los actos de servicio son difíciles de hacer a personas muy perfeccionistas ya que no dejan hacer nada. Ojo con los regalos de primera necesidad (ya que como no suelen darse en días especiales, parecen debidos y no permiten mostrar el amor que subyace detrás de ellos; que nos guíen a escoger sus regalos es positivo ya que les permite empezar a distinguir entre deseos fugaces de deseos más profundos.

● Con las palabras hay que tener especial cuidado con las negativas; si aún así se dicen es importante disculparse. Hay que tener en cuenta que no se las dejaríamos decir a ningún vecino – y para ellos es mucho más importante lo que digamos los padres y no tanto los vecinos.

El comportamiento de los niños siempre está ligado a la necesidad de recibir amor.

La educación emocional inteligente enseña al niño a tolerar la frustración y a comprender y aceptar que los demás también tienen sus necesidades y derechos.

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